El dislate de Fox.

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https://i0.wp.com/africacontinentealaderiva.blogspot.es/img/esclavos1.jpg?resize=270%2C210El expresidente mexicano, Vicente Fox, en alguna ocasión tuvo el infortunio de expresar públicamente que los compatriotas mexicanos que emigran a los Estados Unidos, realizan trabajos que ni los negros quieren hacer, utilizando la expresión “negro” en un contexto que para nuestra cultura no es inapropiado, pero si para la cultura norteamericana y debido a esto la expresión provocó acres protestas por parte de grupos del vecino país del norte, quienes se sintieron ofendidos calificando el comentario de racista.

En realidad el presidente Fox se expresó de una manera que, conforme a nuestra idiosincrasia, no se considera como discriminatoria; para muestra un botón, todos tenemos o hemos tenido amigos o conocidos a quienes, debido al color de su piel, les hemos denominado con motes como “negro” o “prieto”, sin que al hacerlo lo hagamos con tinte discriminatorio o sin que ellos se sientan ofendidos. ¿Por qué entonces, los norteamericanos si se ofendieron? La respuesta tiene razones históricas y jurídicas.

Nuestro sistema tiene raíces en el Derecho Romano, en el que la esclavitud era una institución jurídicamente regulada y los Españoles importaron esta cultura al nuevo mundo, así, para ellos el poblar el Caribe con mano de obra basada en esclavos de raza negra fue algo normal; en esta tradición latina el esclavo era considerado como persona con limitaciones en sus derechos, pero no carente en absoluto de ellos; en Roma los esclavos podían tener su propio peculio o patrimonio, no era extraño que el amo encargase la administración de sus negocios o la educación de sus hijos a un esclavo de confianza, el esclavo podía hacer crecer su patrimonio y comprar su libertad, podía casarse bajo una figura denominada contubernium, aun y cuando el hijo del esclavo pertenecía al amo y este podía disponer de él; si una esclava se casaba con un hombre libre adquiría su libertad o si el esclavo era admitido en la mesa del amo se le consideraba libre por ese simple hecho.

El cristianismo aún y cuando iguala a los hombres frente al poder divino no lo hace frente al poder terrenal y la esclavitud subsistió; en España la antigua Ley de las Siete Partidas, decretaba la esclavitud con la denominación de “servidumbre”, aunque conservaba derechos en forma similar a la adoptada en Roma, el amo no podía herir o matar al siervo o tratarle con excesivo rigor y este podía acudir en queja ante un juez y podía obtener su libertad en ciertos casos, como cuando denunciase algún delito como el de violación, la fabricación de moneda falsa, al homicida de su amo o le salvase la vida a este, o cuando se recibiese como sacerdote católico. Otras circunstancias de destacarse respecto a la regulación jurídica de la esclavitud en el derecho hispano es que esta no sentaba su base en una diferencia de superioridad racial, sino en justificaciones generalmente económicas como deudas o la adquisición civil de la persona esclava.

En México, con la guerra de independencia se elimina la esclavitud, en proclama de Morelos de 1810. Por el contrario, en los Estados Unidos de Norteamérica, esto no acontece, la esclavitud tenía distintas raíces, esta figura era la base de un sistema económico agrícola que se sustentaba en la mano de obra gratuita; la esclavitud era una institución necesaria para la supervivencia de la región, de ahí que se buscaran justificaciones a esta degradación de la persona y la principal era racial, la raza negra era considerada inferior y por tanto debía ser sometida al control de sus superiores.

Contrario a la tradición jurídica romana, el derecho norteamericano carecía de antecedentes que regularan esta posesión de seres humanos y acudieron a las figuras del derecho privado, considerando al esclavo como un objeto, como pudiera ser una mesa o una res que pertenecía a su dueño y estaba sujeto a la omnipotente voluntad de este. El esclavo carecía de derechos y nada podía hacer frente a las injusticias de sus amos.

A principios del siglo XIX la revolución industrial empezaba a ser el motor de la economía mundial y la demanda de productos agrícolas, como el algodón, creció en forma exponencial, la riqueza del sur de Estados Unidos basada en la agricultura y la mano de obra gratuita no podía deshacerse de la denigrante institución de la esclavitud sin graves daños a su economía, por lo que aquella subsistió hasta los inicios de la segunda mitad de dicha centuria en que el país tuvo que enredarse en una guerra fratricida que concluyó con la décimo tercera enmienda constitucional que eliminó jurídicamente la esclavitud, pero no sus raíces culturales basadas en la diferencia racial y la supremacía del blanco sobre el negro y el trato denigrante hacia este último, que ha subsistido hasta hace pocas décadas.

Es por esto que si nosotros decimos a alguien negro, no lo consideramos como una ofensa, pero si esto se hace en los Estados Unidos, se verá como una expresión racial y discriminatoria.

Comprendo porque hubo quienes se ofendieran ante la expresión del presidente Fox, pero en ningún momento lo justifico pues este sentimiento de ofensa se basa en complejos y sentimientos de inferioridad que no forman parte de nuestra cultura.

La esclavitud es una figura que denigra la dignidad del ser humano, pero que desgraciadamente se sustenta en un sentimiento de dominio del fuerte sobre el débil, que forma parte de la naturaleza humana y que debe ser controlado mediante una organización social que busque la igualdad a través de un sistema legal y de justicia, eficientes.

Sin embargo esta denigración del individuo subsiste en nuestro tiempo y aún y cuando se viste de distinta manera, no deja de ser lo mismo, la trata de personas es la nueva forma de esclavitud y  México es un país proclive a esto por ser un territorio de paso para migrantes que buscan llegar al vecino país del norte en busca de trabajo, quienes son privados de su libertad y sujetos a tratos denigrantes que deben ser vergüenza para un país que se presuma civilizado.

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About Post Author

Oscar Muller Creel

Oscar Müller Creel es Doctor en Derecho especializado en derechos humanos, ética profesional, seguridad publica, corrupción y libertad de expresión. Ha escrito diversos libros y artículos científicos. Columnista en varios medios de comunicación internacionales, tanto para prensa como radio. Si usted desea publicar esta columna en su medio de comunicación, agradeceremos se comunique con nosotros. OMC Opinión. Todos los Derechos Reservados 2015
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