Chava flores ¡y les cante la “carta a Eufemia”!, como te extraño

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Muchas generaciones de latinos hemos visto y disfrutado las películas de Pedro Infante y estoy seguro que la gran mayoría recordamos aquella escena en que el carismático artista, cantaba –se armó el relajo saco su pistola, yo precavido me escondí tras la pianola-, en la película que filmó junto a Jorge Negrete “Dos tipos de cuidado”, pero muchos no identificaran al autor de esa canción y de muchísimas otras que fueron realmente famosas en sus tiempos como “Cartas a Eufemia”, “El gato viudo” o “Pichicuas” que alegraron la niñez y juventud de los años cincuenta a setenta del pasado siglo.
En lo personal las canciones de Chava Flores me gustaban pero no identificaba al autor, hasta principios de los años ochenta cuando el sacerdote católico Javier Ávila “El Pato”, hombre entregado a la causa de los más vulnerables y desprotegidos de la sierra de Chihuahua, me regalo el tesoro de la afición a ese extraordinario autor mexicano.
Don Salvador Flores Rivera fue “chilango” por origen, crianza y vida, pues nació en 1920 en el Barrio de la Merced en la ciudad de México y hasta su muerte continuo siendo vecino de esa populosa y especial urbe viviendo en muchos de sus barrios, lo que le permitió conocer las distintas formas de ser y actuar de los habitantes de las distintas zonas de esta.
La diversidad de actividades a que se dedicó antes de hacerlo de lleno con la música, le ayudaron a conocer esa fabulosa ciudad y las variadas formas de ser de sus habitantes, fue camisero, repartidor, mensajero y hasta tuvo un negocio de salchichonería en el cual recorría la ciudad en un camión, repartiendo sus productos.
Su incursión en el mundo de la música tuvo relación con el trabajo que desarrolló en una imprenta en la que junto a su socio editó una publicación periódica denominada “Álbum de oro de la canción”, esto le permitió tener contacto personal con autores y músicos renombrados y desarrollar su capacidad de componer canciones que retrataban la vida de la populosa urbe en que vivía, aunque también llegó a componer canciones románticas a pesar de que en este estilo no tuvo mucho éxito.
Su obra musical estaba impregnada de una ironía a veces sutil y a veces directamente bárbara que describía las costumbres de la gran ciudad de México, pero también muchos de los caracteres que nos identifican como parte de esta cultura latina con sus peculiaridades.
Lo especial que puede tener la despedida de este mundo en nuestra idiosincrasia y la burla que hacemos de la muerte, lo describe la canción “Cerró sus ojitos Cleto”, en ella relata como el sepelio inicia con la tristeza y seriedad propia del caso, pero va describiendo como esta situación se relaja, vienen las críticas al muerto “creo que este Cleto adrede se enfrío, pues lo que debe jamás lo pagó”, luego vienen los tragos de tequila y la jugada de cartas, terminando la canción con el hecho que la viuda en las apuestas hasta el ataúd apostó y lo perdió.
El afán de hacer fiestas de quince años a las muchachas con todo lujo y boato que lleva en ocasiones a endeudarse a las familias en forma desproporcionado, lo describió en “Los quince años de Espergencia” cuando cantaba: -pero en fin hicieron el gran baile allí en casa de Nohemí, porque allí como es la sala grande pos dijo que si-.
El malestar de las plagas de gatos y el ruido nocturno que estos producían en muchos barrios de la ciudad de México, lo relata en una canción que ha de haber compuesto en una noche de insomnio derivada de esos molestos maullidos y así describe: –pero no falta quien tire un zapatazo que salga hecho balazo a quitarle lo chillón-.
La costumbre de los jóvenes de buscar en las noches fiestas familiares con las que no tienen relación para colarse y “echarse unos tragos” sin pagar, es descrita magistralmente en la canción “Los gorrones”, en la que refiere: –en una fiesta de barriada muy popof no faltan los gorrones, se cuelan dos o tres o cuatro o cinco o seis o todo un regimiento-.
El afán porque las hijas de familia se casaran en buen matrimonio es relatado en “Céfira” canción en la que describe la antigua costumbre de salir los domingos a pasear al parque en donde los jóvenes, varones y mujeres, caminaban en sentidos contrarios, conociéndose de esa forma para luego entablar relación, en la canción el padre le reclama su celibato a Céfira de la siguiente manera: -cuando yo tenía tus años ya habían nacido Piedad, Holocausto, Justiniano, Masiosare y Nicolás, la menor de las Gutiérrez con cien vueltas se casó y esta Céfira no sale por más vueltas que le doy-.
Lo populoso y caótico de la ciudad de México, lo describe en su canción “Sábado Distrito Federal”, en la que menciona: –como a las doce no hay donde parar el coche, ni un ruletero que le quiera a usted llevar, salir del centro atravesarlo en su desmoche, ni un agujero tiene ya tanto animal-.
El albur, una forma de expresión muy propia del centro de México que implica un doble sentido oculto con implicaciones de ofensa sexual, es tratado con peculiar maestría en la canción “La tiendita de mi pueblo”, en la que la maldad y picardía alburera inicia desde el primer verso cuando menciona: -tuve una tienda en mi pueblo, precioso lugar, te vendía de un camote de Puebla a un milagro a San Buto-.
La gran capacidad descriptiva de Don Salvador Flores ha llevado a que su obra sea estudiada en clases de sociología a nivel universitario y sus canciones se mencionen en libros de texto de educación primaria.
Por mi parte considero que este autor fue junto con Agustín Lara, uno de los grandes compositores que iluminaron el cielo de estrellas de las épocas de oro del cine y la canción mexicanos, sean estos sencillos párrafos un homenaje al gran Chava Flores que este cinco de agosto hará 28 años se fue de este mundo, dejándonos el legado de su genial picardía.
Si gusta ver videos de Don Chava Flores cantando en vivo algunos de sus éxitos, lo invito a acudir a mi página web cuya dirección se encuentra en la parte inferior de esta página y seguir el vínculo a internet que ahí aparece, le aseguro que no se arrepentirá y disfrutará la maestría de este gran compositor.

Para ver a Don Chava Flores siga el siguiente enlace Chava Flores, sobre la escena
También agradeceré sus comentarios que puede hacer llegar a mi correo mullerod@hotmail.com

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About Post Author

Oscar Muller Creel

Oscar Müller Creel es Doctor en Derecho especializado en derechos humanos, ética profesional, seguridad publica, corrupción y libertad de expresión. Ha escrito diversos libros y artículos científicos. Columnista en varios medios de comunicación internacionales, tanto para prensa como radio. Si usted desea publicar esta columna en su medio de comunicación, agradeceremos se comunique con nosotros. OMC Opinión. Todos los Derechos Reservados 2015
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5 thoughts on “Chava flores ¡y les cante la “carta a Eufemia”!, como te extraño

  1. Estimados lectores, les comparto el hecho que la hija del Señor Salvador Flores «Chava Flores», la Sra. María Eugenia Flores Durand me escribió una atenta carta en la que se congratula por la columna publicada en honor a su papá y así mismo me hace ver que la canción «La carta a Eufemia» no es de la autoría de su padre, aclaración que agradezco.

    En este correo me menciona: «Lo que usted escribió significa la gran importancia que Chava Flores tiene en la cultura popular mexicana, para mi es motivo de orgullo y satisfacción que su ingenio trascienda fronteras y siga en el gusto de la gente.»

    Me informa también que es posible adquirir el libro de Don Chava «Relatos de mi barrio», que fue publicado por primera vez en 1972, el Cancionero de Chava Flores y un poemario, Motivaciones para la locura, además de varios CDs y un DVD con sus canciones.

    Pueden contactarla al correo

    mfloresdurand45@gmail.com

  2. La canción «Cartas a Eufemia» NO es de Chava Flores. Está basada en la idea de Chuy Bustillos, arreglada y musicalizada Rubén Méndez y Rubén Fuentes.

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