La catrina una imágen de la muerte

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Se cubre la mesa con un mantel y sobre éste se colocan los retratos de los parientes y personas queridas que han muerto. Cuando no se tiene la imagen, se sustituye por una calavera de azúcar, que lleva grabado el nombre del difunto; luego se agregan veladoras o velas y se colocan en la mesa recipientes que contienen los alimentos que el difunto prefería en vida, incluyendo dulces y bebidas; también se suelen poner en la mesa elementos relacionados con la muerte, como cajas de cartón, madera o barro, que semejan ataúdes y cruces. En el cementerio las tumbas se limpian y adornan con una cruz de flores, con el centro vacío que representa al inframundo, lugar de donde regresan los muertos. Se encienden velas para guiar al espíritu que esa noche regresa para convivir con sus seres queridos, también se colocan en las gradas del altar que así se forma en el cementerio, alimentos y bebidas, la sal de grano no debe faltar, pues se considera el elemento con el que estamos conformados. Esta es la forma como se celebra el Día de Muertos en muchas poblaciones de México, según la describe el historiador neoleonés Antonio Guerrero.

La Oficina de las Naciones Unidas para la ciencia, la educación y la cultura, ha atribuido a esta ceremonia el carácter de Patrimonio Intangible de la Humanidad, desde 2008, y en su estudio nos menciona que este encuentro entre personas vivas y sus ancestros, cumple con una función social al reafirmar el papel del individuo en la sociedad, en las culturas nativas de México, en donde estas fiestas tienen un profundo arraigo y formaron un sincretismo con la cultura religiosa traída por los españoles durante la colonia,  celebrándose a principios de noviembre para coincidir con las fiestas religiosas católicas de todos los santos.

La muerte para el antiguo mexicano no era un fin, sino la parte de un ciclo infinito, vida muerte y resurrección, las etapas del proceso cósmico que se repite en el infinito, la muerte es tan sólo el elemento del que se nutre la vida, el individuo regresa fundiéndose en alguno de los elementos: Aire, tierra o agua. En nuestro mundo la muerte es un suceso que nos desagrada y el cual preferimos no acercarlo a nuestras vidas, vivimos en una actitud de negación hacia la muerte, pero en cierta forma la muerte para el mexicano tiene un sentido propio, según dice Octavio Paz: “…el mexicano frecuenta la muerte, duerme con ella, la festeja, es uno de sus juguetes favoritos y su amor más permanente. Es una indiferencia hacia la muerte, reflejo de la propia indiferencia a la vida, la que convertimos en huesos descarnados y calaveras con muecas burlonas”.

Junto con la festividad del Día de Muertos ha venido otra tradición mexicana conocida como las calaveras, que reflejan una intención de burlarse de la muerte a través de la imagen de personajes de la vida pública o artística. Las calaveras, versos que hacen broma, y que buscan arrancar la alegría de quienes los leen, que Rublúo Islas, los ha definido como “la muerte en fin, representada en versillos simpáticos y chispeantes; traviesos y mordaces que los poetas vernáculos hacen para reír un poco acerca de los políticos y los politiqueros, artistas, hombres famosos y figurines de cartel…”.

El principal promotor de esta tradición fue Antonio Vanegas Arroyo, impresor de Ciudad de México, que solía elaborar gacetillas en las que publicaba corridos, historietas y otras cuestiones que entretenían a sus lectores, algunas de las publicaciones eran periódicas y creó una serie de personajes que eran el deleite de los habitantes de la ciudad en el siglo XIX, como Chepito Mariguano y Don Simón.

Algo que caracterizó la obra de Vanegas fue la colaboración del renombrado grabador José Guadalupe Posadas, el autor de las famosas figuras de la muerte con traje y sombrero elegante, a las que conocemos como catrinas y que pretendían representar a aquellos personajes de la vida pública en México, que lujosamente vestidos, paseaban por la Alameda o Reforma, en vistosos carruajes, presumiendo de su ventajosa posición y que evidentemente, eran objeto de burla en las calaveras de las festividades de los santos difuntos.

Considero que los medios de comunicación han contribuido para renovar el interés por la figura alegórica de la muerte que ha brotado en México a través de la caricatura denominada Catrina. Así lo observamos en las películas Harry Potter y el prisionero de Azkaban, dirigida por el mexicano Alfonso Cuarón y en Specter, de la zaga de 007, del director inglés Samuel Alexander Mendes, en la que las figuras de la muerte en el estilo creado por Posadas hace más de un siglo, resurge como una muestra de la cultura mexicana que recorre el mundo, para nuestro orgullo.

Crédito de la imagen principal GETTY

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About Post Author

Oscar Muller Creel

Oscar Müller Creel es Doctor en Derecho especializado en derechos humanos, ética profesional, seguridad publica, corrupción y libertad de expresión. Ha escrito diversos libros y artículos científicos. Columnista en varios medios de comunicación internacionales, tanto para prensa como radio. Si usted desea publicar esta columna en su medio de comunicación, agradeceremos se comunique con nosotros. OMC Opinión. Todos los Derechos Reservados 2015
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