La independencia y la fruta podrida

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La manzana aún estaba verde por lo que opté por guardarla en ese cajón de la cocina, esperando que madurara y cambiase su acidez por el dulzor propio de esa fruta. Me olvidé de ella y un tiempo después al recordar el manjar que había guardado fui a buscarlo, pero me llevé una sorpresa, la carne era blanda y de un color marrón que señalaba que su etapa de madurez había pasado. Triste, pensando en lo que pude haber disfrutado de su sabor, la arrojé al recipiente de basura orgánica.

Y es que tanto las cosas que tiene la naturaleza, como las creaciones humanas, tenemos que pasar por ese proceso: la arena es piedra degradada, el joven es un futuro anciano y las instituciones humanas tienen una etapa de crecimiento y luego de degradación.

Mientras escribo estas letras, México, cumple 210 años de su lucha de una independencia, que fue resultado de esa evolución. En Europa, la monarquía fue una forma de gobierno que tuvo sus inicios en el siglo IX cuando Carlo Magno, como líder guerrero, se alió con la Iglesia Católico Romana y de esta simbiosis inició una forma de estructuración social basada en la facultad de gobernar atribuida a una familia, justificada por el deseo divino que fuera ese clan el que dirigiera los destinos de la sociedad que reunía una serie de atributos que la amalgamaban, como la lengua, su cultura artística y culinaria, el territorio común y otros muchos aspectos propios que les identificarían, en los siglos venideros, como naciones y así fueron brotando los países europeos que ahora conocemos, entre ellos España.

Cuando la invasión de los españoles al territorio americano, España apenas empezaba a consolidarse como una nación, la unión de dos pequeños reinos, Castilla y Aragón y la riqueza que empezó a fluir en las naves que surcaban el Atlántico ayudó a conformar la monarquía española en unas pocas generaciones, aquella unión se convirtió en la nación más poderosa de Europa y, como tal, la monarquía el aglutinante que unía a las nuevas sociedades que se conformaron en los territorios de América.

Fue así como México heredó una forma de gobierno importada de Europa, pero las monarquías devinieron en el proceso natural de degradación y así para el siglo XVIII, se cuestionaba fuertemente esta estructura social y los intelectuales dirigían la vista hacia otras formas de gobierno. Los colonos descendientes de ingleses del territorio de Norteamérica se rebelaron y lucharon por implantar una democracia inspirada en la idea de un poder de gobierno derivado de las personas y no de la divinidad; a ellos siguieron los franceses y sus ideas empezaron a arraigar, aunque con menor intensidad, en la América Hispana, pues en realidad aún se veía a la monarquía como una forma de organización viable.

Pero España fue invadida en 1809 por los franceses y el rey tuvo que refugiarse en el extranjero. Durante varios años el país ibero estuvo gobernado por José Bonaparte, hermano de Napoleón y el territorio español envuelto en una guerra contra el invasor.

Esto repercutió en el territorio mexicano, el pueblo guiado por líderes que estaban influenciados por las ideas de cambio, como Hidalgo, Allende, Abasolo y otros, inició una guerra para establecer un gobierno provisional mientras se restablecía la monarquía en España, esta guerra fue poco a poco cambiando para buscar independizarse del gobierno central europeo, como lo habían hecho los estadounidenses.

Las monarquías como habían funcionado durante 8 siglos se habían podrido y solo pocas lograron adaptarse a los tiempos de cambio.

En el México contemporáneo se dio una estructura de poder que funcionó en su momento, pero que se degradó. Me refiero a los gobiernos surgidos del movimiento revolucionario de principios del siglo XX, que tuvieron su madurez y luego su etapa de degradación, hubo quienes entendieron eso y buscaron fortalecer las instituciones democráticas para lograr un cambio y con el nuevo siglo empezamos a experimentar con la democracia y en este juego los vástagos del anterior poder volvieron y demostraron que solo eran una semilla envenenada de un fruto podrido y ahora han tomado el poder pedazos de esa fruta que de ella se fueron desprendiendo, alegando que no son lo mismo, pero nos vamos dando cuenta que las partes desprendidas son las más putrefactas.

Un juego de independencia que, por dos siglos, ha traído épocas de auge y caída a mi querido México.

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About Post Author

Oscar Muller Creel

Oscar Müller Creel es Doctor en Derecho especializado en derechos humanos, ética profesional, seguridad publica, corrupción y libertad de expresión. Ha escrito diversos libros y artículos científicos. Columnista en varios medios de comunicación internacionales, tanto para prensa como radio. Si usted desea publicar esta columna en su medio de comunicación, agradeceremos se comunique con nosotros. OMC Opinión. Todos los Derechos Reservados 2015
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