¡Señor Trump, los números no me cuadran!

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En una línea de ensamblaje automotriz, se ven personas haciendo labores muy especializadas y exactas. Hay quienes de un lado y otro de la carrocería, insertan el motor en una forma tan precisa que esa máquina será capaz de transmitir su potencia a un eje que moverá las ruedas sobre las que los seres humanos viajarán, confiando sus vidas no solo a la tecnología del automóvil, sino también a la habilidad de las personas que lo ensamblaron.

México se ha convertido en uno de los países con mayor industria de ensamblaje automotriz en el mundo, de hecho, ocupa el octavo lugar a nivel mundial y esto obedece a tres factores principales: su vecindad con el principal consumidor del producto en el mundo, los Estados Unidos, los acuerdos de libre comercio con muchos países y los bajos costos de la mano de obra.

Las empresas automotrices que ensamblan vehículos en México, son de muy variadas nacionalidades. Evidentemente tenemos a las estadounidenses: General Motors, Ford y Chrysler; pero también las hay japonesas: Nissan, Hyundai, Honda, Mazda, Isuzu, Subaru, Susuki y Toyota; la coreana Kia y las europeas: Mercedez Benz, Volvo, Renault, Volkswagen y Peugeot. Esta variedad de empresas automotrices, que tienen fábricas en México, obedece a los factores antes indicados. Pero hay otro elemento a considerar, no basta que la mano de obra sea barata, necesita también ser calificada y eficiente y el crecimiento de esta industria en México, es el mejor indicativo de que esta cualidad se cumple.

La empresa Ford ha anunciado la cancelación de un proyecto de planta de ensamblaje en México, luego de avisos del presidente electo Donald Trump, de gravar fuertemente el ingreso de autos fabricados en ese país que van a los Estados Unidos. Similares extrañamientos se han realizado a General Motors y Toyota.

Trump había prometido durante la campaña que trabajaría para que las empresas llevasen las fuentes de trabajo a Norteamérica; esto, bajo el llamado “fabriquen en Estados Unidos o paguen un alto impuesto en la frontera”.

Analizando el caso de la industria automotriz, he descubierto que no me cuadran los números. En un estudio elaborado en 2014, denominado “Explosión de la Industria Automotriz en México: De sus encadenamientos actuales a su potencial transformador”, Alex Covarrubias, menciona como este es uno de los países con costo de mano de obra en la línea de producción más bajos a nivel mundial.

Para el caso de la industria automotriz, que estamos analizando, el costo de la mano de obra en la producción de un vehículo es del 13% del valor total del mismo, según Deutsche Bank y el costo de la mano de obra en Estados Unidos para este ramo, actualmente  fluctúa en los 45 dólares la hora, siendo que el mismo costo tiene la mano de obra en México, pero por día. Esta gran diferencia en los costos laborales, evidentemente influirá en el precio de los bienes.

De ahí que el costo del vehículo se incrementará exponencialmente, pues si en México costó 500 dólares producirlo, en Estado Unidos se requerirá invertir casi 3000. Así el valor de los vehículos se incrementará cuando menos en un diez por ciento, en su costo final, al consumidor y situación similar encontraremos con otros productos que lleven un agregado notable de mano de obra y que sean producidos en dicho país, como seguramente ocurrirá con los enfriadores Carrier.

El incentivo que Donald Trump ha anunciado para que las empresas lleven su producción a Estados Unidos, es la reducción de impuestos, ¿pero realmente esto pudiera ser una ventaja para el consumidor? No lo creo, recordemos que el impuesto principal es el correspondiente a los ingresos, que implica un 30% de estos, descontando gastos, por lo que, si el costo de producción del vehículo es de 18000 dólares, la base gravable será de 2000 y el impuesto a cubrir 600, por lo que esto no influiría gran cosa en el costo final al consumidor, aun y cuando el impuesto se bajará en una tercera parte.

No soy contador, financiero ni economista, pero no me cuadran los números. La diferencia salarial entre Estados Unidos y México, me lleva forzosamente a concluir que el producto que se produzca allá, será más caro para el consumidor. Si las empresas llevan sus procesos productivos de mano de obra intensiva a los Estados Unidos, en realidad se estará afectando a la economía de este país, pues los productos serán más caros y de nada servirán las nuevas fuentes de empleo, si el poder adquisitivo se ve deteriorado.

¡Señor Trump, los números no me cuadran!

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About Post Author

Oscar Muller Creel

Oscar Müller Creel es Doctor en Derecho especializado en derechos humanos, ética profesional, seguridad publica, corrupción y libertad de expresión. Ha escrito diversos libros y artículos científicos. Columnista en varios medios de comunicación internacionales, tanto para prensa como radio. Si usted desea publicar esta columna en su medio de comunicación, agradeceremos se comunique con nosotros. OMC Opinión. Todos los Derechos Reservados 2015
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