Menciona el cuento que dos provincianos fueron a la ciudad de México y teniendo la tarde libre, salieron a caminar. Sus pasos los llevaron al imponente edificio conocido como «San Lázaro», en el que se encuentra la Cámara de Diputados y viendo la majestuosidad del edificio no resistieron la tentación de entrar a conocer. Ya adentro se encontraron con una gran puerta doble que es la que da acceso al salón de plenos. Frente a la puerta se encontraba un conserje, que les veía con sorna y aire de superioridad; se trataba de uno de esos sujetos, que no faltan en la gran urbe y que al servir a gente encumbrada se visten con una soberbia tal que consideran como inferiores a aquellos que no pertenecen al medio en el cual sirven. -En mi pueblo se dice que estos tipos voltean hacia arriba para lamer la bota del amo y al ver hacia abajo, escupen con desprecio -.
Pues resulta que nuestros amigos paisanos, al pasar junto a la puerta del salón del pleno escucharon expresiones como: ¡imbécil!, ¡tarado!, ¡ratero!, ¡poco hombre!, ¡corrupto!, ¡vende patrias!, ¡asno!, ¡jumento!, ¡cerdo! y otras voces que al parecer de nuestros amigos implicaban ofensas graves; esto motivó que uno le dijera al otro –caray compadre, parece que se están peleando ahí adentro -, el portero con aire de suficiencia vio hacia los paisanos y les dijo con altanería -¡no señores, no se están peleando, están tomando lista a los señores diputados!-.
Que bajo ha caído la clase política mexicana, pues, salvo contadas excepciones, en las cámaras legislativas los epítetos señalados en el cuento, son aplicables a estos señores por sus actitudes, desplantes y forma de vida.
Esto lo menciono en relación a lo que acaba de suceder con el gasto público aprobado por la Cámara de Diputados y el enfrentamiento que un senador decente tuvo el valor de hacer a sus insensibles homólogos.
El Presidente de la República debe de enviar a la Cámara de Diputados, a inicios del mes de septiembre de cada año, el Proyecto de Presupuesto de Egresos, que no viene siendo otra cosa que la lista del gasto que pretende realizar para el siguiente año. Este año el presupuesto presentado por el Presidente Peña Nieto, en lo referente a la clase política, es decir: Cámaras de Senadores y Diputados, Instituto Nacional Electoral y partidos políticos, se propuso con un gasto que supera los veinte y siete mil millones de pesos.
Ese gasto es ofensivo en un país en el que el nivel de pobreza, el que corresponde a aquellos cuyos ingresos no son suficientes para acceder a un nivel de bienestar mínimo, alcanza a más del 50% de la población.
De acuerdo al sitio web de la Cámara de Diputados, cada uno de estos señores se embolsa al mes entre dieta, asistencia legislativa y gastos para atención ciudadana, más de ciento cuarenta y ocho mil pesos mensuales, eso sin contar otra suerte de prestaciones como seguros, chóferes, viáticos, etcétera. No en vano, de acuerdo a la encuesta realizada por la empresa Mitozky, los niveles de confianza de la ciudadanía califican entre los más bajos a los diputados, senadores y partidos políticos.
Muy poco hay de rescatar de la clase política mexicana, de aquí que llama la atención el esfuerzo que ha estado realizando el senador Francisco Búrquez, quien a través de la organización change.org, se abocó a la tarea de obtener firmas para exigir recortes en el presupuesto de la clase política que calificó como dispendios. En su llamado el senador hace referencia a la necesidad de que los legisladores prediquen con el ejemplo y reduzcan en un cincuenta por ciento, el presupuesto solicitado por el presidente del país para el Congreso, el Instituto Nacional Electoral y los partidos políticos, este llamado a la ciudadanía logró reunir en su apoyo y previo a la aprobación del gasto público, cerca de cien mil firmas, las que fueron presentadas al Presidente del Senado.
A la fecha, la solicitud de firmas continúa y ya se han reunido cerca de ciento cincuenta mil y el propio Senador Búrquez ha expresado que continuará en la lucha hasta lograr su objetivo.
A pesar de dicha expresión de voluntad ciudadana, la Cámara de Diputados aprobó el gasto público para la clase política del país no tan sólo en lo propuesto por el presidente si no con un aumento del diez por ciento para la propia Cámara y de un tres por ciento más para la de Senadores. Sólo treinta y ocho diputados tuvieron el pundonor y la vergüenza de no aprobar el despilfarro del dinero de los mexicanos propuesto para la clase política del país.
El resto, más de cuatrocientos diputados, merecen que el conserje que cuida la puerta del salón de plenos haga la aclaración -¡no son insultos, así se les llama, porque así actúan!-.
Les hago una atenta invitación a visitar cada martes en el periódico Vívelo Hoy de la ciudad de Chicago, así como un enlace a los podcast en que se contienen las grabaciones de los comentarios de un servidor en las charlas semanales a través de Radio Claret América.
Igualmente les recuerdo que sus comentarios son bienvenidos en mi correo electrónico mullerod@hotmail.com