El Papa Francisco escribió una carta personal a un amigo Bonaerense en la que al referirse a los riesgos del narcotráfico en Argentina, menciona textualmente “…Y ojalá estemos a tiempo de evitar la mexicanización. Estuve hablando con algunos obispos mexicanos y la cosa es de terror.”
Ante esto, el Secretario de Relaciones Exteriores de México manifestó preocupación y tristeza por el comunicado privado del pontífice de la Iglesia Católica.
Si bien el Papa es el representante del Estado Vaticano, su declaración la hizo en lo privado y en lo personal, por lo que el gobierno mexicano no tiene por qué manifestar expresión alguna al respecto; pero en el caso que la comunicación del Pontífice hubiese sido oficial pudiera calificarse como políticamente incorrecta, pero no como irreal.
En otra ocasión comenté como las mafias colombianas, al cerrarse la ruta del caribe para llevar la droga a los Estados Unidos, se vieron forzadas a pactar con los grupos criminales mexicanos a fin de poder ingresar la droga a ese país, con el tiempo las actividades criminales de los narcotraficantes se extendieron hacia áreas como el tráfico de armas y la trata de personas.
En el año dos mil seis se realizaron en México elecciones para la presidencia de la república que ganó Felipe Calderón por un margen diminuto frente a su rival Andrés M. López Obrador, menos del 0.6% de los votos, a tal grado se deslegitimó el acceso de Calderón al poder que su toma de protesta se realizó en circunstancias inéditas, entrando al edificio del Congreso Federal por una de las puertas traseras, pues las principales estaban tomadas por los congresistas inconformes y el acto protocolario se llevó a cabo en medio de abucheos y rechiflas; su llegada a la presidencia carecía de la legitimación que deriva de un proceso electoral claro y contundente.
La administración de Felipe Calderón, tuvo logros en ámbitos como la estabilidad económica, la creación de infraestructura y la cobertura médica universal; pero en materia de Seguridad Pública, no solo fue un fracaso sino que dejó a México hundido en un pantano de criminalidad del que será difícil y tardado recuperarse.
Calderón en su búsqueda por lograr una consolidación como presidente que no había obtenido en el proceso democrático, decidió acabar con los cárteles del narcotráfico mexicano y a solo unos meses de asumir la presidencia enfrascó al Ejército en una lucha contra las mafias del crimen organizado, indudablemente pensaba que sería una tarea fácil y de bajo costo y esto le daría el prestigio y la aceptación que no había logrado en el proceso electoral –que equivocado estaba-, en realidad estaba enfrentando al Ejército Mexicano contra un negocio cuyos ingresos fluctúan entre los dieciocho y treinta y nueve mil millones de dólares al año.
En México, varios grupos criminales como los de Sinaloa, Juárez, el Golfo de México o los Zetas, se disputaban los territorios y rutas del narcotráfico, por lo que se encontraban en una constante guerra entre ellos, es así que cuando el Ejército Mexicano empieza a atacarlos, se abren nuevos frentes de batalla y se ven en la necesidad de obtener más ingresos para poder sostenerse y sobrevivir. La consecuencia de esto es la intervención del crimen organizado en áreas de delincuencia en las que antes no había incursionado: secuestros, extorsiones, robo de vehículos, robo de combustibles, narcotráfico interno, etcétera. Para poder abarcar esta nueva criminalidad, los cárteles requerían reclutar gente, y que mejor que los jóvenes cuyas posibilidades de crecimiento en una economía que pocas oportunidades de trabajo ofrecía y veían en la actividad criminal una oportunidad para hacerse de ingresos que difícilmente podrían obtener en un trabajo honesto, además de aquellos que ya formaban parte de pandillas organizadas; es de esta manera que lo que antes era una lucha entre bandas criminales empieza a afectar a la sociedad entera. No hay cifras precisas, pero se habla de más de cincuenta mil muertes en el período de Calderón , una gran cantidad de estas en víctimas colaterales.
Aún y cuando el Presidente Peña Nieto ha ido sacando de las calles al Ejército, las consecuencias de ese crecimiento de la criminalidad subsisten, el negocio es muy grande y México tiene el infortunio de ser la frontera del mercado de drogas más redituable en el planeta, la tasa de algunos delitos como los secuestros y el robo de vehículos ha disminuido pues los grupos criminales al ver disminuido el frente de batalla han vuelto a dar prioridad a las actividades más redituables, pero la degradación social ha quedado, los crímenes de Tlatlaya y Ayotzinapan no son casos aislados, son muestras de la situación de inseguridad que se vive en México acentuada en algunas regiones en las que la criminalidad ha penetrado las estructuras del Estado, como Guerrero y Michoacán.
Es por esto que aún y cuando lo dicho por el Papa Francisco pueda verse como una ofensa, no hace más que reflejar una realidad imposible de esconder, por lo que en vez de lamentaciones, debemos reconocer nuestra situación y esforzarnos cada día para tener un mejor país del que podamos sentirnos orgullosos.
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