Las farsas de AMLO, signos de demagogia.
Aquel grupo de cerca de treinta niños que acababan de entrar a la secundaria, luego de un receso, entraron al salón de clases. Seguía la clase de historia y estaban ansiosos por tener su primera sesión de esa asignatura. El profesor entró, tomó lista de asistentes e inició la clase con una pregunta: – ¿para qué creen ustedes que sirve la historia? –
Varios alumnos levantaron la mano para dar respuesta y el maestro señaló a uno de ellos para que diera su opinión.
- Yo creo maestro -, dijo el muchacho muy formal, – que la historia sirve para cultivarnos.
Eso será para ti, que te apellidas Maíz -. Contestó el maestro con sorna.
Algunos alumnos se rieron, pero yo vi al compañero sentarse humillado por el comentario y comprendí que aquello no tenía gracia.
A través de los años y la experiencia como catedrático, he aprendido el gran valor que tiene el conocimiento de la historia, pues nos permite analizar el fenómeno humano con una visión de mayor comprensión y en muchas ocasiones de previsión. He comprendido que uno de los valores del conocimiento histórico es el entender los errores del pasado, para evitar cometerlos en el presente.
Estos pensamientos me han brotado de la lectura del libro titulado “La Constitución y la dictadura”, escrito hace ya más de un siglo por Emilio Rabasa, uno de los más grandes estudiosos del Derecho Constitucional y el sistema político en México, este hombre se formó durante la época Porfirista en el País, que duró cerca de 40 años y, en su vida le tocó conocer cómo funciona, por dentro, una dictadura; por lo que sus opiniones se encuentran basadas tanto en el estudio, como en los hechos que le tocó vivir durante ese régimen.
Refiriéndose a cierta concepción del pueblo, menciona: “Las masas ignorantes no gobiernan en ninguna parte y precisamente el pecado del jacobinismo democrático consiste en haberlas contado como factor de gobierno. Para la vida política, para la influencia en los destinos de un país, el pueblo es la parte de la sociedad que tiene conciencia de la vida nacional. Lo malo es que la palabra pueblo tiene en los idiomas occidentales tres connotaciones que la ignorancia y muchas veces el simple descuido confunden: la de masa social en conjunto, la de suma de individuos capaces de ejercitar los derechos políticos, y la de pueblo bajo, por contraposición a la parte culta y acomodada de la sociedad. De esta confusión han nacido todas las teorías falsas y todas las vociferaciones perversas de que se alimenta la demagogia.”
¡Que el pueblo decida! Es una expresión que he oído y leído constantemente en los últimos meses, brotada del presidente electo Andrés Manuel López Obrador, ¡Nosotros no impondremos nada, todo lo haremos consultando al pueblo!, ha insistido en su perorata este señor, coronado por una aureola de soberbia que pretende disfrazar tras una actitud de humildad.
Así nos ha venido endilgando consultas “al pueblo”, sobre la construcción del nuevo aeropuerto de la ciudad de México, con un aciago resultado. El día de ayer surgió una nueva consulta, que trató varios temas, entre otros; la construcción de un tren que circule por la zona del sureste; incrementar al doble una prestación a adultos mayores y otorgar becas. Otros temas sometidos a consulta, se enfocaron en la cobertura médica gratuita y ampliar la cobertura a internet.
Ha anunciado que elaborará otra consulta para el 21 de marzo del año entrante, respecto a un tema crucial, que corresponde a la seguridad pública, grave problema en léxico, la creación de una Guardia Nacional en la que se pretende insertar al ejército y la marina, como el núcleo de las fuerzas del orden en el país.
En las anteriores consultas, participó menos del 1% de los ciudadanos aptos para emitir su voto en las cuestiones públicas de México y, sin embargo, las consecuencias de la primera ya nos han golpeado en lo económico y sobre todo ha constituido una ofensa tanto a las empresas de aerolíneas y sus trabajadores, como a las personas que tienen la verdadera capacidad para dar una razonada y basada opinión sobre la problemática aeroportuaria. Respecto a la segunda consulta, es todavía muy temprano para hablar sobre lo que provocará; pero que ambas han sido amañadas y un engaño, en donde se busca presentar una actitud populista, más que verdaderos resultados en beneficio del país, es una realidad y la gran mayoría de los ciudadanos entienden que estas envuelven un burdo engaño que cada vez encuentra menos incautos.
De estos razonamientos me ha surgido una pregunta, que la transmito al amable lector, cuando AMLO refiere ¡Que el pueblo decida!, ¿a cuál de las concepciones del pueblo a las que hace referencia Rabasa, se refiere el presidente electo, que no en funciones formales pero si actuales, dado su conocido desprecio por las formas y las instituciones?
Se refiere a la masa social, o a los individuos que tienen conciencia de la vida nacional, o al pueblo bajo, por contraposición a la parte culta y acomodada de la sociedad.
AMLO ha pretendido durante toda su vida ser un líder, pero aquel que verdaderamente lo es, no pretende justificarse en argucias; se hace responsable de sus decisiones, acciones y los resultados de estas. En las consultas se refleja una actitud temerosa de no querer enfrentar su responsabilidad y pretender justificarse en ¡las decisiones del pueblo!
En realidad, esta actitud populista está creando confusión y división en el país y repito las palabras de Rabasa, respecto a la falta de claridad en el concepto de pueblo “que decide”: “… de ella han nacido todas las teorías falsas y todas las vociferaciones perversas de que se alimenta la demagogia.”
Más reflexiones me han brotado de la lectura de las ideas claras y aún actuales del gran constitucionalista, pero para esto habrá otros espacios.