En esa imprenta, un hombre joven se afanaba en acomodar las hojas sobre las que bajaba la prensa para estampar en el papel aquel documento que resultaría de gran importancia para el nacimiento de una nueva nación, pues rompería con los parámetros de gobierno hasta entonces vigentes en occidente. La ciudad era Philadelphia, en las entonces colonias inglesas de América y el impresor John Dunlap. El documento declaraba la independencia de las 13 Colonias americanas de la corona inglesa; su autor principal fue Thomas Jefferson y su contenido había sido aprobado por el congreso de líderes que habían decidido rebelarse contra el gobierno de ultramar aquel 4 de julio de 1776. El joven impresor se apuraba, era necesario que ese volante se distribuyera por todas las colonias, antes de que las autoridades inglesas lo interceptaran.
“Sostenemos como evidentes estas verdades: que los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”, reza el documento en su preámbulo, declaración que sería la base para el desarrollo de esa nación en la búsqueda de la igualdad; con todos los bemoles y notas desafinadas que le conocemos.
Pero, según los expertos, el futuro para esta nación no es muy promisorio, de acuerdo a Philip Alston, relator especial de la Organización de las Naciones Unidas sobre la pobreza extrema, Estados Unidos se está convirtiendo en “tierra de desigualdad” y esto puede empeorar con la aplicación de las reformas económicas de la administración Trump.
Según el estudio realizado por los expertos de la ONU, que será presentado en la primavera de este año, este país tiene el índice de movilidad social más bajo entre las naciones ricas, lo que significa que las posibilidades de que quien está incrustado en un estrato social bajo pueda subir hacia mejores niveles de vida, son cada vez más limitadas.
El sistema democrático ha decaído, de acuerdo al experto del organismo internacional. Es difícil hallar otro país en el que haya tantos votantes privados de sus derechos y en donde los pobres tengan tan poca incidencia en las elecciones. Esto obedece al discurso de la diferencia entre pobres y ricos, según el cual estos últimos son trabajadores, emprendedores, patriotas e impulsores del sistema económico, en tanto que aquellos no saben cuidar su dinero, son estafadores y perdedores y esta idea se refleja en el discurso oficial de los políticos.
La oficina de censos de Estados Unidos estableció que el número de personas que se encuentran en el ámbito de la pobreza son alrededor de 40,000,000, y de estos más de 18,000,000 se encuentran en pobreza extrema. El estudio también refiere que la aplicación de las reformas fiscales, propuestas por Trump, puede aumentar drásticamente esa desigualdad, y los recortes en ayuda social sólo traerán como consecuencia destrozar la ya de por sí débil estructura del bienestar social.
No se puede negar que Estados Unidos, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, se ha convertido en líder entre los países del mundo, pero es evidente que hay muchas situaciones que han deteriorado dicho liderazgo: la guerra de Vietnam, que se convirtió en un fracaso total; los movimientos por Derechos Civiles de los Afroamericanos hace ya seis décadas, cuyos frutos están aún por verse en la práctica; la invasión a Irak justificada en hechos falsos y, ahora, el lado oscuro que se ha descubierto en la sociedad norteamericana con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, un sentimiento que rompe con los principios de igualdad que cimentaron el nacimiento de esa nación. Para quienes se han encumbrado con las actitudes racistas y xenófobas del presidente, los hombres somos distintos por naturaleza y solo aquellos de piel blanca tienen derecho a vivir en ese país.
La misma Organización de las Naciones Unidas ha llamado la atención sobre este fenómeno y ha planteado la necesidad de que las autoridades estén alertas para combatirlo, pero en nada ayuda el presidente Trump al referirse a otros países como “naciones de mierda”, esto sólo legitima a los racistas de la sociedad norteamericana, para seguir con el juego de la discriminación.
Hay otro aspecto que debe destacarse sobre las vulgares declaraciones del presidente norteamericano. Muchos países, no sólo los ofendidos, han manifestado su desagrado por los dichos del señor Trump y esto continúa mermando el liderazgo del país que preside frente a la comunidad internacional.
Definitivamente, Estados Unidos no merece tener un presidente como ese ¿o sí?
Crédito de la imagen destacada Getty Images. Frank Metois