¿Quiénes son los animales, Sr. Presidente?

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Aquel joven nació en un barrio marginal de Los Ángeles en 1983. Su madre había llegado ese mismo año embarazada y sin su marido, quien había muerto en la guerra de El Salvador entre la guerrilla de la izquierda y el gobierno de derecha, apoyado, este último, por la administración del presidente Reagan.

La mujer debía trabajar para mantener a su hijo y, en sus primeros años de vida, fue criado por una vecina. Para los 12 años, ya nadie se hacía cargo de él y al vivir en un barrio marginado, en el que no había posibilidad de educarse o de obtener un trabajo digno, comenzó a juntarse con sus vecinos que también empezaban su juventud en la calle y sin esperanzas.

En la reunión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, el presidente Donald Trump justificó lo expresado dos días antes, al referirse a los inmigrantes como animales; aclarando que esta referencia la había hecho dentro de un contexto malinterpretado, dado que la expresión “animales” era en relación con las pandillas de inmigrantes de la Mara Salvatrucha o MS-13 u otras pandillas que llegan de Centroamérica hacia Estados Unidos e insistió que siempre se referirá a ese tipo de personas como “animales”.

La vocera de la Casa Blanca, Sara Huckabee Sanders, justificó los dichos del presidente de Estados Unidos, diciendo que él se refería a los miembros de pandillas de criminales y asesinos cuyo lema es violar, controlar y matar; y afirmó: ”…no creo que el término que usó el presidente haya sido suficientemente fuerte”. Puso ejemplos de por qué ella también denomina “animales” a los pandilleros, como el de un sujeto que mató a su esposa con un bate de béisbol.

Es para mí indudable que Trump y su vocera han olvidado que el origen de la pandilla MS-13 es plenamente norteamericano, tiene su causa en la intervención del gobierno de Estados Unidos, sobre todo durante la presidencia del presidente Ronald Reagan, en las guerrillas internas que se suscitaban en Centroamérica durante los años 80, situación que ha sido reconocida por el propio FBI.

En un artículo publicado en abril de 2016, el periodista Raymond Banner se refiere al trabajo realizado por la Comisión para la Verdad de la Organización de las Naciones Unidas que investigó la violación masiva de Derechos Humanos en la guerrilla interna de El Salvador entre 1980 y 1992, que tuvo como consecuencia 75,000 muertes. La Comisión concluyó que más del 85% de estos fallecimientos fueron provocados por las fuerzas del gobierno, incluyendo escuadrones de la muerte y militares entrenados en Estados Unidos. También hace referencia a la fuerte injerencia que tuvo el gobierno de Ronald Reagan, durante dicha guerra, en favor de las fuerzas gubernamentales que provocaron tal cantidad de muertes.

Otras guerras similares se sucedieron al mismo tiempo en Nicaragua y Guatemala, con circunstancias parecidas, en cuanto a la intervención de Estados Unidos.

Esta violencia provocó un éxodo masivo de ciudadanos centroamericanos hacia Estados Unidos, quienes huyeron de la violencia que, en buena medida, era provocada por ese país.

Daniel Denvir, investigador de la Escuela de Derecho de Harvard, menciona que los inmigrantes salvadoreños no recibieron el mismo trato que los otros centroamericanos, dado que el gobierno norteamericano no los consideró refugiados porque, si así lo hubiera hecho, sería tanto como aceptar que el gobierno de El Salvador, apoyado por Ronald Reagan, estaba cometiendo violaciones masivas a los Derechos Humanos en ese país.

Es por este motivo, nos dice el investigador mencionado, que los refugiados salvadoreños llegaron a barrios marginados, en donde no tenían acceso a trabajo decentemente remunerado o a la educación. Muchos jóvenes que llegaron siendo niños y otros más que nacieron en esos barrios, se convirtieron en pandilleros al no tener otra opción y, con el paso del tiempo, fueron adquiriendo una identidad propia, autodenominándose Mara Salvatrucha; el término “Mara” significa amigo o compañero, “salva” les identifica con su país de origen y “trucha” identifica a aquellos que consumen marihuana.

Las políticas migratorias que iniciaron en los años 90 con el presidente Bill Clinton y continuaron durante las administraciones de George W. Bush y Barack Obama, conllevaron a la deportación de jóvenes de origen centroamericano, que en muchos casos ni siquiera sabían hablar español. Entre ellos iban, evidentemente, miembros de las pandillas salvadoreñas, quienes conocían ya el sistema y la geografía norteamericana, lo que les permitió reclutar nuevos miembros en el país centroamericano y pasarlos posteriormente, como indocumentados, a Estados Unidos, potencializando así la fuerza de estas pandillas que nacieron en algunos barrios de Los Ángeles y que ahora se extienden de este a oeste y de norte a sur en la Unión Americana.

La vocera de la Casa Blanca es un eco de las expresiones racistas y xenófobas del presidente Trump.

El investigador refiere que, para Donald Trump, el atacar a estas pandillas es sólo una forma de crear un chivo expiatorio y facilitar la criminalización de los inmigrantes comunes, lo que ha hecho desde su campaña a la presidencia del país, cuando se refirió a los inmigrantes mexicanos como violadores y criminales y que ahora que se encuentran cerca las elecciones en Estados Unidos, retoma buscando incidir en sus simpatizantes.

Respecto a las palabras de Huckabee, me pregunto si no merecen el mismo apelativo de animales aquellos soldados que, comandados por el coronel y pastor John Chivington, masacraron a más de 145 indígenas desarmados, hombres, mujeres y niños, en Sand Creek, en el entonces territorio de Colorado. O tal vez valdría la pena comentar los actos de salvajismo que se realizaban por los esclavistas norteamericanos, como azotes hasta casi causar la muerte, como el caso de Gordon, cuyos testimonios fotográficos son más que explícitos o las continuas violaciones a niñas de 12 años, como el caso de Harriet Jacobs. O calificar también como animales a los soldados norteamericanos que realizaron la matanza de My Lai en Vietnam, donde masacraron a la población, no sin antes haber violado a las mujeres y niñas.

Tal vez sólo nos quede explicar las expresiones de la Casa Blanca, según el dicho del poeta Ramón de Campoamor: “Nada es verdad ni mentira / todo es según el color / del cristal con que se mira”.

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Oscar Muller Creel

Oscar Müller Creel es Doctor en Derecho especializado en derechos humanos, ética profesional, seguridad publica, corrupción y libertad de expresión. Ha escrito diversos libros y artículos científicos. Columnista en varios medios de comunicación internacionales, tanto para prensa como radio. Si usted desea publicar esta columna en su medio de comunicación, agradeceremos se comunique con nosotros. OMC Opinión. Todos los Derechos Reservados 2015
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