Una experiencia de vida y muerte

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En el cuarto de hospital, los ruidos de las máquinas que sostenían la vida de aquel hombre, dominaban sobre cualquier otro. Yaciendo en la cama, con su cuerpo cubierto por la bata de hospital y una sábana que llegaba hasta su pecho, uno de los neurocirujanos más prestigiosos de Estados Unidos, se encontraba en coma, pues su cerebro había sido atacado por una bacteria extremadamente agresiva que impedía a la corteza exterior realizar las funciones más elementales del ser humano, como: la memoria, la vista, el oído, el habla, la lógica y las emociones, entre otras. Su esposa permanecía junto a él tomándole de la mano y rezando por que se recuperara, ignorando que aquel cuerpo, que parecía vacío, se encontraba unido a un espíritu que, en esos momentos, estaba realizando un viaje que convulsionaría toda su forma de pensar y de ver la muerte a aquel hombre, que había dedicado buena parte de su vida al estudio del cerebro humano.

Se sentía en un mundo gelatinoso, rodeado de raíces que se movían junto a él y caras grotescas que de repente surgían de aquella substancia emitiendo sonidos similares a quejas y aullidos; un latido constante sonaba cubriéndolo todo, como si un herrero estuviese golpeando sin descanso un enorme yunque. A pesar de no ser consciente de ninguna existencia anterior, sabía que no pertenecía a ese lugar y que debía salir de ahí, fue entonces que captó la presencia de un ser, que se acercaba y se presentaba como filamentos que se convirtieron en una hermosa luz a través de la cual pudo viajar y al hacerlo sentía como si estuviera naciendo y al irse elevando veía a sus pies una tierra verde llena de gente y animales que irradiaban felicidad, un momento después, notó que a su lado se encontraba una hermosa joven que le guiaba por aquel mundo, flotaba sostenido por algo de intrincados colores y figuras, hasta que se dió cuenta que eran alas de mariposas y que éstas volaban por todas partes. El ser que le acompañaba le comunicó tres ideas: se te ama y aprecia profundamente, no debes temer y nada de lo que hagas puede ser malo. Sintió la presencia de un ser superior que forma la esencia no solo de ese mundo en que se encontraba sino de una cantidad infinita de mundos de los que aquel ser formaba el núcleo, se llenó del conocimiento de aquello, sin que mediara un proceso de aprendizaje, simplemente las explicaciones llegaban a él, sin tan siquiera plantearse dudas sobre todo lo que le rodeaba.

Durante su vida como médico había acostumbrado rechazar todo aquello que hablara de la vida después de la muerte, para muchos en esa profesión, sólo existe aquello que se puede comprobar mediante los sentidos o la experimentación y, en su práctica como neurólogo, muchos de sus pacientes le habían relatado haber estado, en espíritu, en un mundo distinto, en donde se encontraron con sus seres queridos ya muertos, o tuvieron la visión de un túnel de luz y una tranquilidad y paz que no es parte de este mundo; pero atribuía esos relatos a reacciones propias de un cerebro que sufre alteraciones y los desechaba como algo que, por sentado, daba como inexistente.

A pesar que los pronósticos de la meningitis que este hombre padeció suelen ser de solo un sobreviviente de cada cien y casi siempre con un grave daño cerebral, sanó en forma inexplicable para los médicos que le atendieron e inclusive para él, volvió con un nítido recuerdo de las experiencias que había pasado en su coma y luego de analizar los estudios que le hicieron durante su enfermedad, se dio cuenta que las partes de su cerebro que podían explicar sus experiencias, como lo había pensado hasta entonces, estuvieron muertas y por tanto no existía una explicación científica para lo que vivió cuando su estado de coma.

Él era adoptado y, unos años antes, se había encontrado con su familia natural, sus padres habían procreado un varón y dos hijas, una de las cuales había muerto. Luego de su experiencia, el doctor se reencontró con sus hermanos naturales y ellos le enseñaron una fotografía de la hermana muerta, a la que nunca conoció, se sorprendió ¡era el ángel que le había acompañado durante su experiencia en la otra vida!

Leer el libro del médico Eber Alexander “La prueba del cielo” y conocer su experiencia y convencimiento de una existencia espiritual, más allá de este mundo, lleva a una serie de reflexiones que reafirman la creencia en nuestro espíritu y lo fútil de la ambición de riqueza y poder, que a veces nos hace perder lo verdaderamente importante de esta vida.

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About Post Author

Oscar Muller Creel

Oscar Müller Creel es Doctor en Derecho especializado en derechos humanos, ética profesional, seguridad publica, corrupción y libertad de expresión. Ha escrito diversos libros y artículos científicos. Columnista en varios medios de comunicación internacionales, tanto para prensa como radio. Si usted desea publicar esta columna en su medio de comunicación, agradeceremos se comunique con nosotros. OMC Opinión. Todos los Derechos Reservados 2015
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