El dia que Donald Trump tomaba protesta como presidente de los Estados Unidos una cadena televisiva entrevistaba, en las calles de Washington, al ultra conservador Richard B. Spencer. En eso un grupo de personas empezó a cuestionar al reportero sobre el motivo de entrevistar a un Neonazi, Spencer se dirigió a dichas personas negando pertenecer a ese grupo, sin embargo, el reportero le inquirió sobre un pin que llevaba en la solapa del saco, con la figura de una rana, la que ha sido adoptada por quienes pertenecen a grupos que se caracterizan por su ideología en contra de inmigrantes, judíos y feministas. Spencer explicaba el significado de la imagen cuando, en forma repentina, un sujeto vestido de negro y enmascarado, apareció golpeándole en la cara, para desaparecer de inmediato. Esto dió fin a la entrevista.
¿Quién era este tipo que golpeó al personaje ultraconservador, para luego desaparecer?
Para encontrar la respuesta debemos trasladarnos a los años 20 y 30 del siglo pasado, cuando los movimientos de ultraderecha, también conocidos como fascistas, empezaban a recibir un fuerte apoyo por parte de la sociedad; cuatro países llevaban la delantera en este movimiento: España que se encontraba involucrada en una guerra civil que implicaba al area de izquierda representada por los republicanos y la de los nacionalistas, cuyo líder era Francisco Franco; en Alemania el Nacionalsocialismo crecía en forma exponencial, dirigido por Adolfo Hitler; en Italia, las huestes que apoyaban a Benito Mussolini, hacían lo propio y, en Japón, los grupos nacionalistas luchaban contra la izquierda clandestina. En esos países empezaron a surgir organizaciones de oposición que trabajaban clandestinamente en contra de la ideología predominante.
El arribo de Donald Trump a la presidencia, ha significado un momento especial para los Estados Unidos, muchos grupos consideran que se está viviendo una nueva época de fascismo, que puede llevar a los excesos que se dieron en otras sociedades, hace poco menos de un siglo. El catedrático de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, Peter Beinart, refiere las encuestas, realizadas por Suffolk, de las que se ha desprendido que el 76% de los demócratas consideran al actual presidente como una persona racista y el 71% de ellos también estiman que sus políticas tienen un tinte fascista. El maestro de ciencias políticas considera que, ante esto, ha surgido en el país un movimiento antifascista, como no se había visto desde los años sesenta.
Este movimiento se encuentra representado por una serie de variantes que van desde aquellos que se limitan a manifestarse en público, hasta los grupos más radicales que se caracterizan por el anarquismo, es decir la ideología de extinguir al Estado como forma de organización social y la acción directa. No son exclusivos de la unión americana, también se encuentran en la Gran Bretaña y en Alemania donde son conocidos como Antifaschistische Aktion.
De acuerdo a Brenna Cammeron, la llegada de Donald Trump a la oficina oval, ha sido un punto de resurgimiento de estos grupos, que se han unido a otros, como el conocido como Black Lives Matter (BLM); el movimiento y su activismo está creciendo y algunas facciones estiman que no basta con las manifestaciones pacíficas, sin que debe acudirse a las vías de hecho aunque estas sean violentas, como sucedió con el enmascarado que golpeó a Spencer o aquellos que, ese mismo día, cometieron destrozos a la propiedad en sus marchas.
Charlotteville, Virginia, representó la polarización que se está viviendo en ese país y sus resultados fueron desastrosos, como todos sabemos. Una semana después, el escenario de los Antifa, fué la ciudad de Boston en donde cerca de 15000 manifestantes contra la extrema derecha y los supremacistas blancos, realizaron una manifestación que desembocó en la plaza Boston Common, de donde la policía tuvo que desalojar al grupo contrario, para su propia seguridad.
Los denominados grupos Antifa, no parecen estar organizados en una forma permanente, si se busca en la red, se podrá constatar que existen una multitud de grupos distribuidos a lo largo y ancho del país, sin que pueda encontrarse entre ellos otra liga más que su ideología y el deseo de expresarse en contra de los supremacistas blancos y grupos afines.
Es un hecho que esta polarización ha crecido en Estados Unidos desde el arribo de Donald Trump al poder, pero no menos cierto es que ambas formas de asociación ideológica ya existían desde hace varias décadas, pero el apoyo que el actual presidente norteamericano ha estado dando a los grupos de extrema derecha, a través de sus declaraciones y políticas, ha revivido fuego en lo que antes eran rescoldos.