La noche triste. Algo que festejar

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Cortés a esto se paró, y aun se sentó, y no a descansar, sino a hacer duelo sobre los muertos y que vivos quedaban, y pensar y decir el baque la fortuna le daba con perder tantos amigos, tanto tesoro, tanto mando, tan grande ciudad y reino; y no solamente lloraba la desventura presente, más temía la venidera, por estar todos heridos, por no saber adónde ir, y por no tener cierta la guardia y amistad en Tlaxcala; y ¿quién no llorara viendo la muerte y estrago de aquellos que con tanto triunfo, pompa y regocijo entrado habían?

Así describe Francisco López de Gómara la escena de la que tanto se ha hablado en nuestros libros de historia como “La noche triste”, y vaya que esta expresión ha causado la discusión del por qué debemos llamar de esa forma una victoria de las huestes mexicas frente a los españoles, aquella noche entre el 30 de junio y 1 de julio de 1420.

“Si fue una victoria de las huestes naturales de América, es algo que debe celebrarse”, mencionan quienes vilipendian esa denominación.

Un enorme y añoso Ahuehuete cuyos restos se encuentran en la calzada México-Tacuba, en la Ciudad de México, ha sido identificado como el árbol bajo cuya fronda lloró Hernán Cortés aquella noche. Dos incendios han dañado a ese, antaño hermoso macizo de madera, uno en 1972, que fue controlado y otro en 1981, que destruyó el monumento natural hasta dejar tan sólo una parte de su tronco.

Se ha especulado sobre si dichos incendios fueron provocados por fanáticos que le consideran un recuerdo de la conquista o simples actos de vandalismo. Nada se ha comprobado al respecto y en 2013 el gobierno de la Ciudad de México restauró el lugar rodeando los restos de tronco por una cerca y fijando placas conmemorativas. Pero luego de flamante inauguración y las fotografías de rigor, el lugar volvió a quedar abandonado a su suerte y es hasta este año que las autoridades han tomado cartas en el asunto y pretenden restaurar el lugar como parte de un proyecto para mejorar dicha zona de la urbe mexica.

Lo cierto es que ese árbol no representa la ideología de quienes piensan que ese símbolo es un insulto a los pueblos autóctonos de México, ni la de aquellos que ven a España como “la madre patria”; en realidad, lo que ese objeto simboliza es el emblema del parto de una nueva nación que surgiría del dolor de la guerra de conquista.

Absurdo sería pensar que fue un triunfo de los indígenas sobre los españoles, pues Cortés había entrado unos días antes en Tenochtitlan con más de 2,000 aliados, también naturales de la región, que se unieron a él para derrotar a los aztecas, que les tenían bajo su yugo exigiendo desproporcionados tributos y la mayoría de ellos eran tlaxcaltecas, los centenarios enemigos de Tenochtitlan, que continuamente sufrían la pérdida de sus jóvenes guerreros en las llamadas guerras floridas, que tenían por objeto atrapar con vida el enemigo, para luego sacrificarlo a sus dioses, principalmente a Huitzilopochtli, señor de la guerra.

México no existía como país, sólo era un territorio controlado por las grandes ciudades que tenían el poderío bélico para imponerse sobre los más débiles. Lo que se conoce como la conquista de México, en sus inicios, solo implicó la toma de un territorio controlado por tres ciudades estado, México-Tenochtitlan, Tacuba y Texcoco, aliadas para hacerse fuertes y controlar a los pueblos de aquel enorme territorio.

Se habla del llanto de Cortés y se especula sobre la hispanización de América, pero estoy seguro que esa noche triste hubo mucho más llanto indígena que español y no debemos olvidar que la duda que menciona Gómara se despejó solo unas horas después de la escena descrita, pues al llegar, derrotados, hambrientos y heridos al protectorado de Tlaxcala, acérrimo enemigo de los aztecas, tanto indígenas como españoles recibieron la ayuda que les permitió rehacerse y volver, tiempo después, a la lucha emprendida, sitiando y derrotando a la gran ciudad que les había expulsado.

No fue una noche triste, fue la noche en que iniciaron los dolores del parto del que nacería nuestra gran Latinoamérica, un nacimiento que festejar y no un recuerdo que llorar.

Imagen: La Noche Triste de José Clemente Orozco

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About Post Author

Oscar Muller Creel

Oscar Müller Creel es Doctor en Derecho especializado en derechos humanos, ética profesional, seguridad publica, corrupción y libertad de expresión. Ha escrito diversos libros y artículos científicos. Columnista en varios medios de comunicación internacionales, tanto para prensa como radio. Si usted desea publicar esta columna en su medio de comunicación, agradeceremos se comunique con nosotros. OMC Opinión. Todos los Derechos Reservados 2015
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